Para despedir el año nos tomamos un ómnibus rumbo a Solís, directo a la casa de Alfredo, quien nos recibió con unas pizzas y un gran asado.
Los momentos de sol fueron aprovechados para zambullirnos en la piscina; mientras que los lapsos de lluvia sirvieron para empezar a comer, seguir comiendo y terminar de comer (¡ojo que luego llegó el postre!).
Como se ve en las fotos (algunas de las cuales deberían de ser censuradas, dado que no fueron tomadas respetando los ángulos mas favorables para cada uno de nosotros) fue una jornada de relax y pleno disfrute.
Esperemos que el año que viene se repita…







